miércoles, 1 de abril de 2020

Coronavirus covid-19

En Honduras, el corona-virus entró el jueves 12 de marzo, o se confirmó en esa fecha, ese día fue el último día de clases en los diferentes centros educativos del país.

Admito que hasta entonces, había visto esta pandemia como algo sin importancia, mi hermana me había hablado de los males que estaba causando en China, pero nunca le presté mucha atención, lo veía como algo lejano a mí y por lo cual no tenía que preocuparme.

Pero ahora el virus estaba en mi país, las cosas comenzaron a cambiar de manera muy rápida. Eventos que se daban por sentado, ahora eran pospuestos, algunos por vez primera en la historia. Mi iglesia, por ejemplo, acostumbra hacer campamentos en semana santa, no recuerdo que se cancelaran alguna vez desde que fueron establecidos y ahora fueron cancelados. Teníamos estudios para la tercera semana de Marzo y también fueron postergados.

A nivel mundial también vemos eventos que parecían imposibles de cancelar, como los juegos olímpicos, partidos, conciertos, todo se ha cancelado y hemos sido llamados a estar en nuestras casas. Esto me hace pensar en Santiago 4:13-15 y en Proverbios 27:1. Ambas citas nos llaman a no jactarnos del día de mañana porque no conocemos lo que pasará en realidad.

Somos humanos y debemos entender que todo está en manos de Dios, y Él da la última palabra. Nadie se esperaba esto, ningún país estaba preparado para esta pandemia, pero los creyentes podemos estar seguros y confiados en Dios, en que Él hará que todas las cosas, aun las que parecen malas, nos ayuden a bien. (Romanos 8:28)

Durante mi travesía por este mundo me ha tocado enfrentarme a este virus tan temido, el miedo me ha invadido en algunos momentos, temo contagiarme y contagiar a mis padres. Pero vengo a la presencia de Dios y puedo descansar en Su Palabra, puedo confiar en Él y sé que Dios puede evitar que este virus me afecte, pero también sé que si Dios permite que me contagie y aun permita que muera, estaré con Él, lo cual es muchísimo mejor. (Filipenses 1:23)

Espero que en cada uno de nuestros hogares, busquemos a Dios, nos aferremos a Él, no hay cuarentena ni virus que nos impida acercarnos al Padre celestial. Dios nos dará paz, con virus o sin virus, podemos descansar en Sus promesas, recordemos que nuestra ciudadanía esta en los Cielos.

Y los que aún no tiene esperanza, los invito a venir a Dios arrepentidos de sus pecados y confiando en que Dios lo puede perdonar por el sacrificio del Señor Jesús en la cruz del Calvarios. El pecado es peor que cualquier virus y Dios es el único que puede salvarnos del pecado.

Ánimo y no salgamos de casa, permanezcamos en la presencia de Dios y con la compañía de las personas que Dios ha puesto a nuestro lado...

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