domingo, 8 de marzo de 2020

Reflexión

Haré un paréntesis con el tema de las emociones aunque sin dejarlas de lado, no puedo escribir sin sentir...

Hace 5 días falleció una de mis tías, ella estaba casada y tenía un hijo de 21 años, y una hija de 10 años. Tenía una familia, un hogar. Tanto su esposo (mi tío) como sus hijos (mis primos) la extrañan mucho, sienten su ausencia.

La razón por la cual comparto esto es porque me dí cuenta de algunas cosas importantes mientras estaba en el velorio y entierro de mi tía.

Cuando llegué y vi a mi primo, no supe qué decirle, la verdad nunca sé qué decir en esa clase de situaciones. Pero me di cuenta que no importa mucho lo que digas, es decir, no hay palabras o discurso, por muy elocuente que sea, que haga menguar un poco, siquiera el dolor producido por una pérdida terrenal irreparable como esa. Nada de lo que pudiera decir iba a hacer sentir mejor a mi primo, pero me di cuenta que, aunque mis palabras no harían la diferencia, mi presencia si. El simple hecho de "estar" en un momento como ese es muy importante para los dolientes, no podemos subestimar el efecto de nuestra presencia.

Durante la noche, escuché a mi primita quejarse con dolor, porque su mamá le había hecho promesas que no cumpliría, "me había prometido verme crecer y que me cuidaría y no lo cumplió" decía. Al escuchar estas palabras se me venía a la mente Santiago 4 desde el versículo 13 al 17, ahí se nos dice que no debemos hacer planes de modo arrogante como si tuviéramos en nuestras manos el futuro. Sino que debemos estar consientes que todo depende de Dios, y las cosas sucederán si Dios quiere, no porque nosotros las queramos o planeemos.
Debemos tener mucho cuidado con lo que prometemos, y con lo que hablamos en general, que todo sea conforme a la voluntad de Dios.

Y también, esas palabras de mi primita me hicieron reflexionar en que el único que puede prometer que estará siempre con nosotros es Dios, y por eso lo dice repetidamente en toda la Biblia, porque Él si puede decirlo y prometerlo, y podemos estar seguros que cumplirá Su promesa porque Dios nunca miente ni engaña.

De manera, que deberíamos aferrarnos únicamente a Dios, y depender solo de Él, así no estaremos frustrados y nunca seremos desamparados, pues Dios estará siempre con nosotros, nunca nos abandonará ni nos desamparará. Josué 1:5, Deuteronomio 31:6; Salmo 94:14; Isaías 41:17; Hebreos 13:5, por mencionar algunos versículos que nos recuerdan que Dios siempre estará con nosotros.

Así que, dependamos solo de Dios, confiemos en Su palabra, consolemos a los que sufren, cuidemos nuestras palabra, y llevemos todos nuestros planes a Dios. Aprovechemos el tiempo, no sabemos cuánto nos queda... Efesios 5:16

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